LOS INOLVIDABLES FESTIVALES DEL DEPORTIVO ALVARO OBREGON 70-76.

POR: ANDRES GONZALEZ PRIETO.

En la memoria colectiva de los que pasan de 60, resultará inolvidable el recuerdo de alguna fecha que anida en su memoria; tal vez alguna nostalgia de su noviazgo primero entre las notas de una canción y un raspado de vainilla para dos, con un solo popote, tal vez, el paseo familiar en una convivencia social sin distinción de clases y con harto olor a pueblo. Por allá, el Parían con sus ofertas que mitigan hambre y sed, y los carruajes, con paletas heladas en el fondo de diferentes sabores a escoger, de preferencia “esquimales” con su sabor a coco y chocolate. Mangos, papitas con chile (antes de inventarse el chamoy) y hasta tacos de aire, con arto repollo y cebolla de color.
Las familias venían de todas partes del valle, aterrizaban en la amplia avenida que adornada de sombras alfombraba en el aire suspiros enamorados de la noche anterior.
Entre árboles, un templete de madera sobre tambos de latón de 200 litros preparaba ya la fiesta popular, ya el “Pollo Ibarra” amarraba en improvisados postes, las bocinas “Radson” para el sonido local. Unos “Greñudos” según esto de “la nueva ola”, acomodaban bocinas y probaban sonido con el clásico “bueno, bueno, bueno, seisss, seisss” mientras los más jóvenes del público se acomodaban en las primeras filas con los mejores lugares.
Ahí estaban familias de obreros, que nunca tendrían dinero para pagar una diversión de esta clase, oficinistas, empleados, galanes y guapas jovencitas en el certamen social de la belleza popular, también por ahí, los galanes de pelo largo, con pantalones Farah acampanados (algunos comprados en famosa tienda de segunda de la “Cali-Gali”, California y Galeana) y unos tenis “Súper Faro” que no le piden nada a los “Converse” (decían, satisfechos) Los galanes cincuentones lanzando redes de conquista a jovencitas 20 añeras que románticas y educadas contestaban ¡Asco el viejo, ni carro tiene!
El show está a punto de empezar…
En los setenta, no había en Cajeme más diversión popular que los cines, las cantinas, un boliche. La familia se entretenía en la incipiente televisora con sus programas en blanco y negro; la radio con: kalimán, chucho el roto y el ojo de vidrio.
Un joven que incursionaba en el terreno político fue nombrado director de acción cívica, con sus sueños, proyectos, entre algunos surgió en idea, realizar algún evento público donde se pudieran reunir la familia en sana convivencia. Presentó el proyecto, fue aceptado, pero con escasos recursos. Con el ímpetu juvenil veinteañero aceptó el reto y habló con gente de radio, periódicos, músicos, representantes de artistas. Se comenta que un apoyo muy importante lo fue don Manuel Islas Castañeda, quién lo apoyó con relaciones artísticas, consejos y así comenzó un proyecto que duró 6 años.
El H. ayuntamiento de Cajeme y la dirección de acción cívica, presenta…
¡Son los Muecas! Exclamó una jovencita con gesto de sorpresa. Artemio comenzaba a cantar: Silvia de mi querer no te voy a rogar, si esta vez tú te niegas, a que yo te quiera ahora si te juro no volverte a hablaaar” …
Y así, infinidad de artistas se presentaban en ese escenario que semana a semana, por cerca de 6 años presentará a: los freddys, solitarios, banda juvenil de Cajeme del profesor Cirilo Magdaleno, La versión, Canto Novo, Luis Montoya, La Mancha de Ángel Mijares, Los Creyentes, La Mente de Navojoa, los Dug Dugs, Peace and Love y muchos más. Artistas regionales y de Sinaloa como: Octavio Norzagaray, Chayito Valdez, Los Dos Gallos. Además de Concursos de aficionados, bailables regionales.
Hay gente que recuerda con nostalgia aquellos momentos en que la convivencia familiar era una constante social, diversión sana bajo las sombras de árboles sepultados bajo pavimento ahogando aplausos, suspiros y una que otra lágrima por lo tiempos idos que ya no volverán.
La historia de Cajeme debe mucho a aquel personaje que soñó alguna vez, un proyecto de convivencia familiar gratuito, con artistas internacionales, nacionales y locales al precio justo del boleto de un camión urbano o a pie.
La historia le debe mucho a ese joven que aún lleva el nombre de Guillermo Urías Rodríguez. Aplausos.
Fragmento del Libro “La historia de la música moderna en el valle del yaqui 1960-1979+” Tomo II “Let’s Rock & Roll” próximo a salir.